lunes, 25 de enero de 2010

Esos libros que nunca deberían de terminarse.

Mostramos menos de lo que somos porque no hay tiempo, porque no hay oportunidad porque no hay confianza. Sabina (Milan Kundera) asevera; cuando hemos perdido la intimidad lo hemos perdido todo, mientras su amante cita a André Bretón; la vida debería de ser como una casa de cristal. Dicen que los extremos no son buenos, me niego a creerlo así. A mi me gusta estar en ambos lados a diferentes tiempos. Y es que es eso que menos mostramos lo que distancia nuestras diferencias y nos hace más próximos. Pero...

A veces pienso que perderlo todo me acerca a algo más profundo, más bello y más amplio (Jung), pero también pienso como Sabina que el mantener algunas cosas en secreto me libera más de lo que me ata, es esa seductora búsqueda de la liviandad; negarse a la materia, a la fuerza de gravedad, salirse de éste mundo. Eso es lo que yo pienso. Ya veo a mi ex terapeuta diciendo que esta dualidad es el principio de la neurosis, a mi eso ya no me importa, hace tiempo que deje de creer en los terapeutas.

(Esto es lo que soy y nada más.)

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