lunes, 19 de octubre de 2009

Te cuento un secreto


Cuando hablo las palabras viajan directas del estómago a la garganta y estallan ahí; sonoras, incisivas, para mí carentes de significado para otros venenosas. Ni siquiera respiro cuando hablo. No hay fluidez en mis enunciados. Todo se me olvida, es como si no tuviera una historia personal y si llego a encontrarla entonces me olvido del contexto en el que estoy situada; las palabras resuenan como ecos que expandiéndose en el espacio soy incapaz de controlar, como una bandada de pájaros asustados que en su vuelo chocan entre si mismos. Cuando escribo es diferente. Las ideas se manifiestan rítmicas, silenciosas y a mi me agrada ese silencio en el que nadie puede escucharme sino sólo yo misma.

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