jueves, 25 de junio de 2009

5:15 pm hora de México

Apenas iba a cumplir mis tres años cuando sentada sobre las piernas de mi mamá escuché por la radio la que sería mi primer trágica noticia: Francisco Gabilolondo Soler "Cri-Cri" había muerto, para ese entonces ya tenía la conciencia suficiente para saber lo que significaba la muerte y lloré lágrimas de verdadera tristeza mientras mi madre, rodeándome con sus brazos, intentaba consolarme, fue entonces cuando me dí cuenta de la falta de sentido que sería el escuchar melodías infantiles en voz de un muerto, así que escondí todos los cassettes que tenía del grillito cantor y me dispuse a buscar música más adecuada para mi edad ya que pronto ingresaría al kinder.

Mis próximos ídolos musicales resultaron ser Michael Jackson y Gloria Trevi, fue mi época máxima de rebeldía, decidí nunca volver a peinarme, principio que sigo fielmente hasta la fecha, vestirme lo más estrafalario posible; medias rotas con mis zapatos ortopédicos o calcetines blancos con zapatos negros, lentes oscuros, no utilizaba más ropa que un fondo rosa a manera de vestido o babydoll decorado con algún cinturón, una chamarra de mezclilla o algún suéter tejido por mi abuelita, y a veces cuando la ocasión lo ameritaba, decoraba mi cara con una máscara plástica de Peggy la cerdita de los Muppets Babies.

Así salía a la calle, acompañaba a mi papá al trabajo o a mi abuelita al mercado, con una mano tomada por un adulto y en la otra el walkman con orejeras de hule espuma naranja que había heredado de mi padre, consecuencia de mi religiosa necesidad de reproducir las cintas de mis ídolos a todo volumen y sin importar la hora en el estero familiar; "pelo suelto" y "Billie Jean" eran mis favoritas, fueron los mejores 8 meses que puedo recordar, hasta que tuve que comenzar una doble vida: no podía llevar al kinder mi walkan, lentes oscuros ni pensarlo, nada de pelo suelto, todo era recogido con un enorme moño, yumper a rayas azules, lo único que conservé fueron los zapatos negros con calcetas blancas.

Cada mañana era un suplicio para mi madre, al salir de casa camino a la escuela yo me sostenía con mis brazos enroscados a postes de luz, árboles, canceles, alambrado, cualquier cosa que se cruzara por mi camino y gritando con lágrimas en los ojos "¡no quiero ir a la escuela!" mi madre alaba de mis piernas tratándome de convencer que todo sería bueno y entonces yo quedaba suspendida en el aire, a veces cedía ante tanto jaloneo y todo esto se repetía tantas veces y por tantos días que mis padres comenzaron a despertarme más temprano para poder llegar a tiempo a la escuela, yo en verdad no entendía por que me hacían sufrir tanto, pero apenas regresaba a casa y volvía a mi indumentaria de rock star.

Poco a poco la escuela logró reformarme y mis padres eran más felices por ello, comencé a cambiar de intereses y a convertirme en una niña tímida pero normal, descubrí la plastilina y el cajón de arena, los carruseles y cambiar el triciclo por una bicicleta con llantitas, los pasteles de lodo y los lápices de colores, las tardes en el parque con los amiguitos y a trepar árboles con mi abuelita.

Ahora 18 años después vienen a mi cabeza estos recuerdos y sigo pensando que la música en voz de un muerto, al menos uno reciente, no es lo mío, bueno... y además esta versión me gusta mucho.


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