A veces por las noches me despertaba un sonido rotundo, perturbador. Tenía la idea recurrente de que un cazador entraba en la habitación de mis padres y les disparaba mientras ellos dormían. Entonces con mucho miedo caminaba hasta su habitación pero no entraba, permanecía de pie en la puerta observando en la oscuridad con atención, primero el lado del la cama de mi padre hasta que podía ver su pecho subir y bajar, sólo despegaba la vista hasta que el ritmo de su respiración se mantenía constante, luego el lado de la cama de mi madre y después me iba a dormir, no tendría más de cuatro años.
(Hoy se ha vuelto más frecuente que por las noches antes de dormir cierre los ojos y vea a mis padres, uno al lado del otro y tomados de la mano y mis brazos extendidos empuñan manos de revólver disparo y ambos caen al suelo. Ahora que ha vuelto mi recuerdo de infancia resulta más agradable fingir que en vez de revólver cargo con una escopeta.)
A mi madre le han suspendido los medicamentos, hace pocos días de eso. El sábado comenzó con tics involuntarios como si recordara algo que la hace totalmente feliz y al siguiente instante la invadiera un sentimiento repulsivo, balanceaba su cuerpo con brusquedad y después un brazo seguía el mismo ritmo frenético, nunca la había visto así, ¿madre estás bien?, sí, ¿tomaste tu medicina?, sí - y lograba contenerse un poco- sí, me voy a acostar. Yo tenía miedo de que callera al suelo convulsionada pero logró llegar a su cama. Y yo de nuevo, como cuando era niña, me asomaba desde la puerta de su habitación para verificar que siguiera respirando, que el cazador aún no había llegado con su escopeta para matarla.