Notebook

jueves, 17 de noviembre de 2011


Tengo miedo de escribir. Es tan peligroso. Quien lo ha intentado lo sabe. Peligro de hurgar en lo que está oculto, pues el mundo no está en la superficie, está oculto en sus raíces sumergidas en las profundidades del mar. Para escribir tengo que instalarme en el vacío. Es en este vacío donde existo intuitivamente. Pero es un vacío terriblemente peligroso, de él extraigo sangre.

Clarice Lispector
Un soplo de vida
Ed. Siruela

viernes, 17 de diciembre de 2010

me gusta hacer consas inútiles
como robar un azucarero
e ir a ponerlo en una cafetería distinta.

miércoles, 13 de octubre de 2010

A veces por las noches me despertaba un sonido rotundo, perturbador. Tenía la idea recurrente de que un cazador entraba en la habitación de mis padres y les disparaba mientras ellos dormían. Entonces con mucho miedo caminaba hasta su habitación pero no entraba, permanecía de pie en la puerta observando en la oscuridad con atención, primero el lado del la cama de mi padre hasta que podía ver su pecho subir y bajar, sólo despegaba la vista hasta que el ritmo de su respiración se mantenía constante, luego el lado de la cama de mi madre y después me iba a dormir, no tendría más de cuatro años.

(Hoy se ha vuelto más frecuente que por las noches antes de dormir cierre los ojos y vea a mis padres, uno al lado del otro y tomados de la mano y mis brazos extendidos empuñan manos de revólver disparo y ambos caen al suelo. Ahora que ha vuelto mi recuerdo de infancia resulta más agradable fingir que en vez de revólver cargo con una escopeta.)

A mi madre le han suspendido los medicamentos, hace pocos días de eso. El sábado comenzó con tics involuntarios como si recordara algo que la hace totalmente feliz y al siguiente instante la invadiera un sentimiento repulsivo, balanceaba su cuerpo con brusquedad y después un brazo seguía el mismo ritmo frenético, nunca la había visto así, ¿madre estás bien?, sí, ¿tomaste tu medicina?, sí - y lograba contenerse un poco- sí, me voy a acostar. Yo tenía miedo de que callera al suelo convulsionada pero logró llegar a su cama. Y yo de nuevo, como cuando era niña, me asomaba desde la puerta de su habitación para verificar que siguiera respirando, que el cazador aún no había llegado con su escopeta para matarla.

sábado, 7 de agosto de 2010

domingo, 23 de mayo de 2010

jueves, 18 de marzo de 2010

Yo y mi padre

Lloro con todo, puedo afirmar que soy una llorona nata, las películas, las expos, los libros, la música, los amigos, los secretos, las confesiones, las alegrías, las miradas, lloro por todo o por casi todo; menos en los velorios o al lado de una cama de hospital, a veces siento culpa por no ser vulnerable a ello e intento recordar todo aquello que me ha hecho llorar, pero es imposible.

En cambio mi padre nunca llora. Es un hombre que le gusta mostrarse inquebrantable, sus sentimientos son fríos y sus palabras altaneras, sólo se le ve con un pañuelo en el rostro cuando se limpia el sudor de la frente producido el sol. Pero es otro hombre en los velorios o al lado de una cama de hospital; se descompone toda su firmeza, incluso su cuerpo cambia,se vuelve tibio y blando, su voz recupera su timbre cálido y es franco en sus acciones y en sus palabras.

Esas son las únicas veces que lo amo de verdad, que me provoca abrazarlo y tratarlo como mi papá y no como mi padre. Hoy es uno de esos días; su hermano está muriendo y yo cada vez estoy más convencida que, de alguna manera, a mi padre le sienta bien la muerte.